Superada esta etapa, los primeros pobladores de Venezuela optaron por la utilización de la perla como principal instrumento de pago. El uso de estas gemas del mar se debió a su abundancia en islas como Margarita y Cubagua.
Con la instalación de la Compañía Guipuzcoana en el país, en el siglo XVII, el comercio nacional se intensificó, con el consecuente aumento del requerimiento de monedas.
En primera instancia se importaron las españolas, pero debido a una prohibición de su circulación se optó por utilizar unas cuasimonedas de plata de formato irregular provenientes de Perú, Bolivia y México: las macuquinas.
En estas piezas o monedas recortadas aparecían como símbolos una cruz equilateral de Jerusalén, dos columnas de Hércules y las insignias españolas de castillos y leones.
Debido a la guerra de Independencia, las provincias de Guayana y de Maracaibo se mantuvieron aisladas del resto del país, por lo que debieron acuñar monedas para cubrir sus necesidades, a las que apodaron “lanzas”.
Monedas de Barinas, de Caujaral, del Yagual y de Achaguas, también fueron puestas en circulación durante el gobierno del general José Antonio Páez. La más conocida era el llamado “chipi-chipi”, que equivalía a 1 real español.
No fue sino hasta 1844 cuando llegaron al país las primeras monedas con el nombre de República de Venezuela.
Entre la multiplicidad de tipos de monedas que se han usado en la nación hay unas que son consideradas una rareza de la numismática: la que llevaban la efigie del presidente Páez. Curiosamente, no salieron de circulación tras su derrocamiento.
Después de todas las tentativas infructuosas de establecer una moneda nacional en Venezuela, surgió una que duró más de 100 años: el Bolívar, cuya efigie estilizada del Libertador fue diseñada por el grabador francés Albert Desiré Barre. Fue creada en 1879, durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, luego de que el intento de consolidar como moneda única el Venezolano no tuvo éxito.
A partir del 1° de enero los venezolanos volverán a sentir un cambio en las monedas que guardan en sus bolsillos: nacerá el bolívar fuerte.
Los nombres que se utilizarán para referirse a las monedas de baja denominación permitirán que expresiones como “la pregunta de las 64.000 lochas”, “gozar un puyero” o “apostar fuertes a lochas” dejen de sonar añejas.
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