miércoles, 14 de noviembre de 2007

Feria del libro: barata y roja

En la Filven 2007, que termina el domingo, reparten la propuesta de reforma de la Constitución en vez de Los miserables, como hicieron el año pasado

Caracas, 15 Nov 2007. Joaquín Pereira (Primera Hora).- Luego de huir de las inyectadoras de quienes promueven la erradicación de la rubéola en el país y de recibir una copia de la propuesta de reforma constitucional sancionada por los diputados de la Asamblea Nacional, en vez de un ejemplar de Los miserables como el año pasado, los visitantes del Parque del Este podrán gastar de su quincena en la III Feria Internacional del Libro de Venezuela, que se efectúa hasta el domingo.


Además de mancharse los dedos de tinta con las miles de publicaciones que se ofrecen, los caraqueños sentirán que su retina se satura de rojo en la feria, pues la mayoría de los stand promueven corrientes políticas de izquierda, llamadas “progresistas” por sus partidarios.

No deberán impresionarse si ven una imagen de la estatua de la libertad teñida de escarlata. No es un nuevo ataque terrorista contra un símbolo del coloso del Norte, es sólo una metáfora del tema central de la feria, que es “Estados Unidos una revolución posible”.

Mientras se recorren los 30.000 metros cuadrados de exhibición, una voz invita a participar en un foro con un intelectual nacional o extranjero, a recibir clases de tango o presenciar un documental de Argentina, país invitado de honor. No se cansará de repetir “No fume en las áreas de exposición”, pero ¿a quién se le ocurriría entre tanta madera y papel?

La nueva guía de Valentina Quintero, en 70.000 bolívares; la obra número 50 de J. J. Benítez, El hombre que susurraba a los ummitas, a 48.000 bolívares; el calendario 2008 de fotos del Che Guevara, por 15.000 bolívares; la publicación más pequeña de la feria por 8.000 bolívares... Ojear los libros favoritos, sin ser acosado por un vendedor, como ocurre en las librerías de los mall, no tiene precio.

Este año la feria se compadece de los visitantes al ofrecerles espacios más amplios, un kiosco interactivo para quienes no quieren perderse al buscar alguna editorial o libro en particular, más puntos de venta para evitar colas, más cafés con mesitas para sentirse como en París, un espacio para la venta de libros usados y un pabellón dedicado a los niños, para que estos no se aburran mientras sus padres hablan de García Márquez o Samarago.

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